"La calle Corrientes se llena de gente que viene y que va, salen del cine rien y lloran, se aman, se pelean y se vuelven a amar". Una misma Calle, la misma gente? Unos de día, los nadies de noche, frecuentan las mismas esquinas, las mismas caricias poco tiernas de las bocinas ferozes, desandan los que otros inauguraron segundos antes, bajan a la tierra la conceptualización mas abstracta de "ciudad dual". Un mismo espacio contaminado de voces que se apagan por los segunderos de los semáforos y reviven en cada chasquido de baldoza rota que todos tropezamos.
Increible que el ocaso determine la posibilidad de acceso de aquellos que durante épocas de sol se guardan en las cloacas, en el aire húmedo, en las remeras usadas, en los recovecos urbanos. Cuando toca el silbato de las siete, cae el telón de las oficinas, marchan los trajes en bondis de colores y pululan las radios que acompañan a oyentes inocentes de la sórdida rutina. Comienza el show de los descamisados, los muchos rotos de moño, sentidos de prisa porque el cartón cotiza, duros de diarios que para ellos ya no son novedades, requechos de sobras, bolsas sin belleza con marcas de vacío, dueños de nada, todavía pelean por merecer la ciudad. Mientras dure la luna son potenciales pizzas, titulares, zapatos nuevos, sonidos de ficus, chipá caliente... y al otro dia, perecen. Huyen despavoridos cual murciélagos fuera de su nido. Los tapa la corriente, parecen estatuas del paisaje, estatuas vivientes hambrientas de derechos. Aunque sea del derrame de derechos que les pueda sobrar a los otros, a esos que avanzan a la máxima velocidad de la ciudad "just in time" y no se permiten toparse de frente con la ciudad inmóvil, de los que ni siquiera pueden desplazarse.
robapiruetas!
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