martes, 20 de julio de 2010

Se debe dormir con polainas?

Bucear por las hornallas, dormir siesta, contar monos entre las hormigas que frecuentan la pared del living, pensar si en verdad me gusta el café con leche, analizar la espuma que merodea la taza una vez finalizado el brevaje, entablar un diálogo ameno con la cuchara, ya agoté los lugares que sirven café? Me mantengo despierta en la mayor pesadilla: toneladas de apuntes que se me cagan de risa. Soy mucho más que una bufanda, ya no quiero ser ni el calzón. Puentes corredizos, ciudades postmodernas, llenas de mierda, que me encantaria poder guardarlas en un cajón. Marginados presentes en cada una de las hojas poco novedosas. Globalidad o dualidad? Confianza absoluta en el frazadazo, motivo del fracaso vacacional que provoca la angustia rutinaria de asistir con constancia cada viernes. En el abismo de la página en blanco, proyectando palabras de aliento que evocan al viento la calidad del conocimiento. Katzman o Améndola, quién decía eso? Tapada hasta arriba y con poca tinta, resalto lo ya subrayado. Aquel que lo hizo primero, habrá sentido esta fiaca absoluta de sentirse una oruga?

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