Tímidas se rozan contra el suelo, envueltas en ganas de sucederse en piruetas que ruedan de izquierda a derecha, conciencia de ella. Acurrucadora de hijos, de cosquillas anunciantes de amores, de nervios y angustias. Libre en sus partes, equilibra como centro a todo el cuerpo. Enclenque a los golpes, percibe a quien instruye movimientos suaves, indicando posturas que abrigan el alma. Improvisan las caderas, ponen en escena un sinnumero de sensaciones que no se escinden del todo pero que de apoco se dejan llevar por la autonomia de un silencio que procura sorprender. Aliadas en una pelea de fuerzas, tibias de asperezas se van juntando para decir vaya a saber uno qué. Galopan y se arrastran para encontrarse, vuelcan nidos de sospechas, imaginan una playa o una discapacidad. Ancladas en el suelo que las astilla pero les da paz, transpiran los cuerpos emanando furor y nostalgia. Los ojos hacen fuerza para mantenerse cerrados, titilan porque quieren ser testigos. Se relajan, apaciguados en la tormenta de latidos que produce el corazón mostrando pruebas de que estamos vivos.
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