Ventrílocua de mi. Sentada en mi regazo planeo el control de mi atropello con posibilidad de jalonar un freno de mano al acelerador. Cinismo rotundo que quiere romper la dupla inseparable razón/amor, cuyo cociente se reduce directamente a vos. Dos mas dos eran cuatro, ahora resulta que solo me quedo en el dos. De a dos. Potenciales manojos de imágenes, arrendataria de mi destino, no puedo más que anhelar la caída de cuotas y tu mano, de la mano, un siempre. De costado, de lado, de tu lado, ambos lados, amanecidos, desnutridos, agobiados, entusiasmados, enamorados. Al decano todos los libros que leí, a los pasos màs lentos que cantan contentos màs llegadas tardes. A las brisas que no rasguñan, a las canciones de cuna que no me duermen, al silencio abatido porque no tiene que llenar màs vacios. A los colectivos que no paran, a las arañas que cuelgan mientras cuelgo la ropa, a la cola del supermercado, a la lluvia inesperada con zapatos de taco, a las bocinas que no quieren siesta, al termotanque que me baña con hielos, a los fideos que van a seguir encerrados en su paquete, a las pestañas caídas de prisa.
A tu olor en mi olor todo el día. Soy feliz.
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