miércoles, 15 de septiembre de 2010

A su salud!

cómo explicar con palabras de este mundo que un barco partió de mi llevándome. Aunque con voz que suena emocionada y cansada de tanto hablar, ya no reniego de los escudos y solo me dedico a contemplar. Detrás de cada acreditación se esconde mi más alto regocijo, mi inocencia pierde constancia y como monos salta barreras. Tocar con las manos el mundo desconocido, tan cercano y tan utópico, tan admirado y tantas veces escupido. Siempre explorado por fuera de la pecera, analizado desde un conjunto de fuentes que pretendían lograr convencerme. No espero banderas, las siento flamear. No persigo ideales, los toco, los miro y los vuelvo a guardar. Qué lejos que quedan los panchos y la coca, que feliz me hace ver caras apasionadas, aquellos que piden pan y esta vez se lo dan.
En vísperas del aniversario número 34 de los estudiantes masacrados, les debo mis ganas a sus lágrimas, me endeudo en vida con cada una de sus muertes. ¿Somos concientes que no somos los mismos lápices que escriben? Nacimos con otra tinta, escribimos historia en otro cuaderno, pertenecemos a otra escuela. Y no nos confundamos, no "estoy harta de hablar de la dictadura" sino feliz de vivir en democracia, y poder rendirles homenaje libremente. Tomémoslos como ejemplo, no perdamos el objetivo, pero seamos sinceros, este modelo nos acompaña, no nos corta cabezas. Nosotros podemos elegir qué historia queremos contar, a ellos los obligaron a pasar de página. Nosotros podemos escribir en borrador y emprolijar la letra, a ellos no le dieron más opción que arrancar la hoja. Nosotros podemos perfeccionar y matizar colores, ellos a oscuras desparramaban el rojo. Nuestra lucha es fortalecer la democracia la de ellos, derribar una dictadura. Mientras la lechuga es mustia para algunos, para otros era el plato principal. Mi deseo, mi deber y homenaje para ellos: ser el altoparlante de cada conquista de esta democracia por la que tanto pelearon.
A su salud!


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