Empecemos por llamar a las cosas por su nombre.
Para conocer y entender es
necesario categorizar, nombrar, clasificar, identificar, reconocer,
sistematizar. Ya lo decía Kant, todo lo que no forme parte de lo noúmeno,
inentendible, inabarcable, caótico y externo, es digno de ser entendido por
nuestras categorías del conocimiento. Aprendemos nuestra realidad a partir de
las categorías, unidades analíticas inherentes a nuestra estructura mental que
nos permiten, identificar, nombrar y asimilar el mundo.
El lunes pasado participé de una
clase del profesor Aronskind, reconocido economista del rubro académico
universitario y público. Destacaba las categorías que resolvió hace unos años
el Banco Mundial para clasificar a los países según su PBI y por consiguiente,
cuantificar su potencialidad de desarrollo. Entre estas alternativas, la
Argentina se posiciona en el lugar de “Pais con ingresos medios altos”.
Respecto de la clasificación según el índice de “nivel de desarrollo humano”,
la Argentina ocupa el puesto nº41. El producto bruto per capita mide el nivel
teórico de bienestar que podría alcanzar la sociedad en caso de tener una
distribución cuasi matemática del ingreso. La Argentina, al igual que el resto
de los países de América Latina tiene un altísimo porcentaje de desigualdad
social ( acentuado a partir de la última dictadura militar y llegando a su
máximo apogeo en el 2002). El profesor
citado, se encargó de remarcar una y otra vez esta adjudicación para dar a entender
que muy lejos de ser un país pobre y sin recursos, como si pueden serlo Haití,
Siri Lanka, Nicaragua, Bolivia y buena parte del sur africano, tenemos un país
que excede los parámetros de riqueza natural y material. Explicaba que, según
un informe de los economistas ideólogos del plan Fénix, la empiria demuestra
que con una buena estrategia de distribución del ingreso hay posibilidades de
eliminar la indigencia. La deuda externa argentina es menor que la cantidad de
divisas puestas en el extranjero ( 200 mil millones de dólares). La evasión impositiva
es mucho mas alta que el PBI. Hay un déficit de dos millones de viviendas, se
calcula que en promedio una vivienda digna para una familia tipo cuesta nueve
mil dólares, es decir, con el 10% del total de la guita que sale de este pais
hacia pozos ciegos receptores del capital golondrina millonario, se podría
asegurar el bienestar del conjunto de todos los habitantes.
Aronskind, se preguntaba en voz
alta ¿por qué si técnicamente queda demostrado que los recursos existen,
tendemos a la autodestrucción? ¿ Qué es lo que sucede a nivel estructura social
para que exista pobreza donde no debería haberla? ¿ Cuáles son los vinculos al
interior de la sociedad que permiten que exista desnutrición en más de una
provincia Argentina? El economista
Harvey habla del sistema económico argentino como un modelo de acumulación por
deposesión[1].
Para entender las especificidades y para abordar la temática desde el punto de
vista que me compete como socióloga es necesario describir el lugar rentista y
no productivo que asumió nuestra sociedad desde un inicio. ¿ cómo se constituye
la identidad de los argentinos? ¿ Cómo se construye nuestra relación con los
otros en la división social del trabajo? ¿ Cúal es nuestro lugar en el mundo?
Hace dos siglos éramos el
depositario de los productos terminados que Inglaterra desechaba. En Argentina
se ubicaron las manufacturas “made in afuera” que jamás podríamos imaginar:
ponchos, mates terminados, camperas de cuero “for import” ingleses. En una
época fuimos el principal comprador de insumos a EEUU y todavía hay gente que
no entiende por qué Perón se enfrenta con Braden. Hemos truncado todos y cada
uno de los proyectos industrialistas. Somos un pais que se piensa consumidor de
servicios, apuntamos a un alto grado de desindustrialización, concentración del
capital en manos privadas e inequidad social.
En Chile, el principal producto
rentable es el cobre y está en manos del estado. En Argentina el principal
producto proviene del agro y está retenido en manos privadas. Cuando el
gobierno actual dictaminó el proyecto de ley conocido como “ la 125”, medio
millón apoyó la moción, el resto acompañó los intereses de los grandes grupos
económicos. Cuando el Estado promueve el control de cambio para controlar los
fondos buitres y la fuga de capitales, el facebook estalla organizando la
agenda de muchos argentinos deseosos de batir cacerolas. El gobierno que más
hizo en términos de viviendas sociales, promoción de la integración e igualdad
fue el actual. ¿Cómo llamamos entonces a los que inauguraron el “8-N”? ¿Son
todos lo mismo? ¿ Se reconocen todos detrás de una misma bandera? Ni de Miami
ni de Buenos Aires, eso seguro. Representan como denominador común al
estandarte “antiindustrialista”. La presidenta se equivoca cuando dice que no
tienen un proyecto[2], yo creo que
lo tienen y muy claro: desregulación, retirada absoluta del Estado,
multinacionalización de las decisiones, macdonalización de la sociedad,
desindustrialización, servidumbre, enriquecimiento ilícito, retracción de
empresas pymes, maximización de rentabilidad de empresas extranjeras,
privatización de empresas publicas, aumento del grado de endeudamiento externo
y atomización social.
Además cuentan con representantes
políticos idóneos para llevar a cabo ese proyecto, desde el punto de vista
operativo son fugaces y capaces para hacerlo, el problema es que no se
reconocen como tales y por eso no adjudicaron posibles caras visibles para
futuras elecciones. Nadie se hace cargo del nombre que deben llevar. No se llaman por su nombre, se esconden
detrás de una bandera Argentina que no es nacional, cantan un himno que no les
corresponde, se equivocan con los símbolos que enlazan, y confunden. Detrás de
confucio hay muchos, que cruzan la vereda pensando que defienden lo que
realmente pretenden pero en el camino se masifican con los originarios, y ahí
están, los destartalados que se vuelven golpistas y los golpistas que cobran
fuerzas.
No los llamo ni gorilas, ni de
river, ni caretas, ni conchetos, ni huecos, ni victimas. Son lo que son,
antiidustrialistas.
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